Mientras escribo estoy comiéndome una de las mejores ensaladas que he improvisado en mi vida y salió de ingredientes que en serio pensé que no combinarían NUNCA. No se cuál será su opinión respecto a las remolachas, pero para mi son uno de los vegetales más complicados de combinar. Entre el color y el sabor dulce que tienen, para mí las opciones usualmente son: 1. Cocidas y servidas con sal, limón y aceite de oliva. 2. Encurtidas (en enchiladas mejor aún) 3. Horneadas con aceite de oliva y vinagre balsámico (con quesito de cabra si tuviera a la mano) ó 4. En Borscht (una sopa ¿rusa? deliciosa con carne de res, repollo, perejil…).
Mi imaginación respecto a las remolachas estaba realmente limitada. Peor aún cuando en la refri vi que tenía un pequeño recipiente lleno de lentejas cocidas de la semana pasada que sí o sí tenía que usar para que no se arruinaran… Así que después de un poco de research y de darme cuenta que hay personas que publican recetas de combinación lentejas + remolacha en Pinterest, ¡me lancé! Y fue lo que me inspiró a escribir este post que leen, el cual es parte de una serie, de mis reflexiones de cuarentena, en este otro post.
Como mencionaba en el artículo anterior y en los párrafos de arriba, me he estado obligando a cocinar con lo que tengo a la mano y evitar salir lo más posible al supermercado, más en semanas como esta que pareciera que se acerca el apocalipsis. Pero mi objetivo principal de escribir esto es compartirles que con una refrigeradora y despensa equipada con algunas cosas de larga duración, se puede mejorar cualquier comida y hacer mucho más rica, aún y así sean pushitos o lentejas viejas de la semana pasada. Así que aquí les comparto un poco de lo que trato de mantener siempre a la mano (además de las cosas básicas) para lograr que lo que cocino sepa y se vea mejor o simplemente cuando tengo que improvisar con cosas que tengo que usar para no desperdiciar, o hasta para hacer que un huevo sepa mejor.
Despensa:
Latas de sardinas, calamares y/o anchoas: Estas me sacan de apuros cuando siento que quiero comer especial o tengo que incluir algún tipo de proteína animal en pastas, arroz o incluso sobre pan tostado. Hay una pasta de la película “Chef” que siempre se me antoja y solo con agregarle un par de sardinas… ja! Luego las anchoas usualmente las mantengo para pizza y calamares u otros moluscos para improvisar una pseudo-paella si se me antoja en algún momento que tenga camarones o pescado fresco.
En la despensa también trato de mantener semillas y nueces como pepitas enteras (que tostadas sobre ensaladas saben deliciosas), manías (como para cuando cocino cosas como asiáticas como stirfry) y semillas de marañón, como para preparar este aderezo.
Especias, aceites y vinagres:
En el caso de las especias, sí es de lo que más tiempo he invertido en “coleccionar”, trato de tener un poco de todo según los antojos que me vayan dando, pero si los tuviera que clasificar en orden de prioridades, sería así:
PRIORIDAD 1:
Sal marina y pimienta, aceite de oliva, vinagre de cidra de manzana, paprika, ajo, canela, salsa de soya y vino de cocina.
PRIORIDAD 2:
Comino, canela en raja, aceite de ajonjolí, orégano, tomillo, sal de mesa, cúrcuma, chili flakes, hojas de laurel, vinagre balsámico.
PRIORIDAD 3 – Los meros “gustitos”
Garam Masala, pimienta cayena, cardamomo, ajonjolí, pimienta gorda, clavo de olor, canela en raja, paprika ahumada, vinagre de arroz, polvo de wasabi, semillas de mostaza, semillas de cilantro, flaky Salt (es más decorativa que otra cosa), bijol, aceite de coco, vinagres y aceites de oliva especiales.
Usando una buena combinación de especias, cualquier comida se puede transformar por completo, como lo mencionaba arriba, hasta un huevo duro puede saber delicioso con un toque de especias.
Refrigeradora:
En cuanto a hierbas, trato de mantener siempre siempre siempre culantro y perejil, lo demás es ganancia. Solo cuando quiero cocinar cosas muy específicas tengo yerbabuena, albahaca o salvia (cuando no se han muerto éstas de mis macetas).
En el tema verduras es más complejo porque usualmente voy variando, pero de lo que siempre mantengo es cebolla, chile pimiento, cebollitas (de esas que se usan para hacer churrascos, pero yo las uso en otro montón de cosas), zanahoria y apio. Limones y naranjas no son verduras pero cuentan como algo que siempre mantengo.
En cuanto a cuestiones más especiales que trato de mantener en la refri para hacer cosas más ricas, son mantequilla de maní (hecha en casa), alcaparras, mostaza dijon, yogurt natural (sin azúcar), mantequilla sin sal, queso parmesano de verdad (AKA Parmigiano-Reggiano en trozo), chiles chipotles.
Por último, salsas picantes variadas: Desde cobanero y dos tipos de chipotle, hasta habanero, Sriracha, habanero verde, Picamás, y otras especialidades hasta con mango y toronja. BÁ-SI-CO.
Congelador:
Algo que con el tiempo he aprendido a mantener casi siempre es nueces y almendras. Las uso para postres, granola, ensaladas y pastas. Usualmente las pico y tuesto para cuando las uso en ensaladas y salsas para pastas, ¡su sabor mejora por mucho!
Además de nueces, mantengo fondos o caldos (debidamente etiquetados con tipo y fecha, porque OCD) de tres tipos: res, pollo y pescado. Llevo AÑOS sin usar consomé, y aunque pueda parecer poco práctico (por el espacio que pueden ocupar o peor aún ¡cuando se me olvida sacarlo a descongelar previamente!) le da otro toque a la comida: lo uso para hacer arroz o risotto, como base para sopas ricas, para cocer lentejas o couscous…
Por último, siempre trato de mantener fruta congelada para smoothies y algunas verduras como arvejas o edamames. ¡Ah, y jengibre!
Tomando en cuenta que probable y afortunadamente podemos ya tener cosas básicas como huevos, leche, café, frijoles, arroz, pasta, pan, verduras y frutas, les recomiendo entonces que el siguiente paso sea que puedan ir formando su colección personal de ingredientes especiales para convertir la comida en algo más rico y especial. Todo está en ir probando combinaciones, aventurándose a probar cosas nuevas y usar la creatividad con lo que tengan.